Vitamina D en avicultura: más allá del metabolismo del calcio

ALFRED BLANCH

Consultor independiente en Addimus

La vitamina D fue descubierta en 1922 por el equipo del profesor Elmer V. McCollum, quienes aislaron una molécula antirraquítica a partir de aceite de hígado de bacalao con la propiedad de regular el metabolismo de los huesos en animales de laboratorio.

Sin embargo, un siglo después del descubrimiento de esta vitamina, en los últimos años, el número de investigaciones sobre sus funciones y efectos sobre la salud humana y animal se ha incrementado de forma extraordinaria, ampliándose los ámbitos de estudio más allá de lo meramente relativo al metabolismo del calcio.
En este sentido, el efecto positivo de la suplementación de vitamina D sobre el riesgo de infección y mortalidad por covid-19 (Grant y col., 2020), ha sido un elemento revulsivo en las líneas de estudio sobre la vitamina D en universidades y centros de investigación de todo el mundo.

También en avicultura, donde la suplementación de vitamina D3 en pienso para regular el metabolismo del calcio y del fósforo, y así promover el desarrollo óseo y la formación de la cáscara del huevo, está ampliamente extendida y cuyos efectos están sobradamente demostrados.

Hoy en día se están llevando a cabo novedosos estudios que ponen de manifiesto el papel relevante de la vitamina D3:

en la actividad de las células madres musculares,

en la inmunidad innata y la inmunidad adaptativa,

en la salud intestinal y,

en la salud respiratoria en aves.

La presencia de receptores de la vitamina D en numerosos tipos de células y tejidos del organismo animal ha revelado la intervención de esta sustancia en diversas rutas metabólicas y procesos fisiológicos independientemente de aquellos relacionados con el metabolismo óseo.

Las tres formas de vitamina D3 implicadas en la ruta metabólica clásica en aves son:

el colecalciferol,

el calcidiol (25(OH)D3) y,

el calcitriol (1,25(OH)D3).

En la Unión Europea los niveles máximos permitidos de vitamina D3 (contenido máximo de la combinación de colecalciferol y de 25(OH)D3) son 5000 UI/kg de pienso en pollos y pavos de engorde y 3200 UI/kg en otras aves, siendo las dos formas de vitamina D mencionadas las únicas que aparecen en el registro de aditivos para pienso (Reglamento (CE) n° 1831/2003).

La mayoría de las recomendaciones de vitaminas en alimentación animal se determinaron hace más de 40 años según las necesidades de los animales para determinadas funciones específicas de cada vitamina en aquel momento.

Sin embargo, es bien sabido que los avances en selección genética, así como una mayor intensificación y un menor uso de medicación en producción avícola en la última década, han derivado en unas necesidades vitamínicas reales superiores a las consideradas en su día.

En el caso de la vitamina D3, además se han descubierto nuevas rutas metabólicas alternativas a la clásica de calcidiol y calcitriol que incluyen otros metabolitos también activos de esta vitamina, por ejemplo:

  • 22(OH)D3,
  • 20(OH)D3,
  • 17(OH)D3,
  • 20,22(OH)D3,
  • 20,23(OH)D3,
  • 17,20(OH)D3, etc.

Así pues, parte del colecalciferol administrado en pienso no será hidroxilado en hígado y en riñón para obtener calcidiol y calcitriol, respectivamente, sino que seguirá otras vías metabólicas no relacionadas con el metabolismo del calcio o con las otras funciones anteriormente mencionadas.

Consecuentemente, es muy probable que los aportes de vitamina D3 en pienso, en forma de calciferol o 25(OH)D3, no sean suficientes para un buen estado sanitario y un óptimo rendimiento productivo en producción animal.

A pesar de ello, además de los dos aditivos registrados en la Unión Europea a base de colecalciferol y 25(OH)D3, existe una fuente natural de glucósidos de calcitriol (1,25(OH)D3; la forma bioactiva de la vitamina D3).

a base de hojas secas y molidas de la planta Solanum glaucophyllum, registrada como materia prima para piensos con el número 002288-EN en el correspondiente registro de la Unión Europea, cuya seguridad en alimentación animal ha sido confirmada por las autoridades competentes (EFSA Journal 2015;13(1):3967).

La administración de esta fuente natural de 1,25(OH)D3 en pienso, además de las posibles combinaciones de colecalciferol y 25(OH)D3, puede ser sin lugar a duda una vía para satisfacer las altas necesidades de vitamina D en la moderna producción intensiva avícola.

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